En El arte jovial, Emilio López Medina acomete una vindicación decidida del arte como un instrumento esencial para relacionarnos con la vida y su (falta de) sentido. Asimismo, formula una apuesta decidida por el humor, en su calidad de trituradora de vanas pretensiones, mientras que reflexiona acerca del aforismo y su capacidad para plasmar huidizas intuiciones intelectuales que, de otro modo, se perderían. Se trata de un auténtico tratado en aforismos, alejado por tanto del clásico libro misceláneo, tan habitual en estos tiempos.Un teólogo ve fantasmas en las cosas, un filósofo en los conceptos, y un literato en las palabras.
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La riqueza es un capricho. La belleza, una necesidad.
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Un buen aforismo es aquel que hace reír a los inocentes y deja serios a los filósofos.
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El humor es la alegría sin movimiento. La risa es el movimiento de la alegría.
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La obra de arte emociona; la obra genial, además, conmociona.
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Cuando el hombre descubrió la música, dejó el tótem y el fetiche, y concibió la Divinidad.
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La Filosofía se pregunta qué es el hombre. La Literatura dice quién es.
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Lo que hay de conmovedor en la persona fantasiosa es que sea él mismo algo real.
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El sentido del humor es lo que más nos aleja de la locura. Un loco no tiene sentido del humor (tampoco un fanático, que es una variante de loco).
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Cuando la pasión vocifera, la lógica queda afónica de miedo... pero entonces se pone en pie el sastrecillo valiente del humor.
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Si el fin de la vida del hombre es la búsqueda de la felicidad consciente, entonces se puede decir que el hombre es el único animal que vive por y para la alegría.
LIBROS AL ALBUR
José Luis Trullo, editor
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